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En el Día Internacional la PYME marcamos una Hoja de Ruta hacia la Sostenibilidad
Sostenibilidad
12 mayo 2023
El 12 de mayo se celebra el día Europeo de la Pequeña y Mediana Empresa (PYME), una fecha para reflexionar sobre el papel fundamental que juegan estas empresas en la economía global y en el desarrollo sostenible. Las PYMES representan más del 90% del tejido empresarial, generando empleo y riqueza en la economía global y local; y para que puedan sobrevivir y prosperar es necesario que adopten una estrategia de sostenibilidad, ya que, de otra forma, su inacción puede tener consecuencias negativas en su reputación y en su rentabilidad a medio y largo plazo.
Algunos pensarán… “ya estamos de nuevo con la SOSTENIBILIDAD…”, una palabrita que parece se ha puesto de moda, y vemos por doquier, tanto, que hasta incluso está llegando a resultar cansina, y la hemos convertido en un adjetivo que casi sin darnos cuenta, acompaña a cualquier producto o actuación que realizamos, porque queda mejor.
Sin embargo, la sostenibilidad no debe ser algo añadido, extra o accesorio que hay que meter como sea- a veces con calzador-. Cuando hablamos de Sostenibilidad, no nos estamos refiriendo a este tipo de sostenibilidad, sino de integrar oportunidades y prevenir amenazas en la estrategia empresarial. Hablamos de su impacto en el negocio, de analizar eventuales riesgos ambientales, sociales y económicos de las operaciones de una empresa y buscar maneras de reducir o mitigarlos. Hablamos de aprovechar las fortalezas y oportunidades del entorno para mejorar la posición competitiva de la organización.
Y es que a la sostenibilidad llegaremos por convicción o por obligación, no nos queda otra, y el contexto social y regulatorio nos está empujando a ello. Y aquí quizás lo más relevante es destacar que, según el caso, no tiene por qué ser costosa o difícil, y que lo esencial es marcar esa hoja de ruta que nos permita priorizar en función de nuestra idiosincrasia y modelo de negocio.
Partiendo de que los recursos son limitados y las PYMES deben estar preparadas para responder a eventuales circunstancias que surjan en este entorno BANI en el que nos movemos, una buena estrategia de sostenibilidad puede ofrecer importantes beneficios, como, entre otros:
– Mejorar la reputación – garantizando la coherencia entre las actuaciones que realiza la empresa y sus comunicaciones
– Fidelizar a clientes, consumidores, al escuchar y atender sus necesidades y expectativas, reforzando su lealtad y confianza
– Mejorar el engagement de trabajadores, formación, y polivalencia; y disminuir la rotación laboral
– Ahorrar costes y aumentar la eficiencia, al revisar las distintas actuaciones y procesos operativos de la empresa
– Disminuir riesgos e impactos en la cadena de suministro, evitando roturas de stock, defectos de calidades y escándalos sociales.
– Atraer inversión y socios en un entorno, en el que los consumidores cada vez están más preocupados por el impacto social y ambiental de los productos que consumen.
– Desarrollar la innovación y la co-creación con los distintos grupos de interés.
En definitiva, una buena estrategia de sostenibilidad puede y debe reforzar la posición de una empresa y generar una ventaja competitiva en el mercado; para dejar de competir por precio, y apostar por la diferenciación, la generación de valor, de hacer bien las cosas, y con compromiso y visión a medio y largo plazo.
Y ¿cómo arrancar con el diseño de una estrategia de sostenibilidad?
Tras realizar un buen diagnóstico y mapeo de riesgos e impactos, de nuestro punto de partida, y de la regulatoria que nos será de aplicación y tendencias internacionales, hay que definir una serie de medidas coherentes y realistas, adaptadas a las capacidades de cada empresa. Dicha estrategia no quede como un elemento aislado, sino que forme parte de la gobernanza, cultura y objetivos de la empresa, en coherencia con su propósito y valores.
Seguidamente, definiremos unos objetivos estratégicos, que deben representar la meta que queremos alcanzar. Estos objetivos deben ser SMART, es decir, Específicos (evitando la ambigüedad o generalidades); Medibles (se deben poder monitorizar su evolución); Alcanzables (ambiciosos, al tiempo que retadores, pero no utópicos), Relevantes (alineados con el negocio) y Temporalizados (en un plazo concreto) en el tiempo; con responsables y recursos específicos. Y con indicadores de medición que nos permitan conocer el grado de avance o consecución de los objetivos marcados.
Sabrina Femenía – Directora ´Ética Sosteniblidad