Muchos inversores profesionales empiezan a poner sus focos en Europa del Este y muy en concreto en la República Checa. La ola de crecimiento ha llegado a prácticamente todas las economías del mundo. Son hechos consumidos aunque en algunos casos a tasas todavía muy bajas. Entre todas estas economías destaca la situación de la Republica Checa, nacida en su conjunto actual en 1993 después de la separación pacifica de Eslovaquia.
Tras un inicio complejo, el paso del tiempo parece haber logrado afianzar el modelo económico implantado en su momento y 24 años después logra situarse al frente de un selectivo grupo de países cuyo crecimiento convence a los inversores por su inequívoca solidez y un plasmante equilibrio. Una economía floreciente, inversiones y consumo interno crecientes, creación de empleo y un número de parados en su mejor nivel desde hace dos décadas son solo algunos de los ejemplos destacables de su buena salud económica actual.
Cierto que el crecimiento previsto para este y el año que viene será superado por otros países (previsto 3,5% en 2017 y 2,6% en 2018) pero hay muchos otros datos envidiables como su tasa de desempleo (3%), la inflación (1,3% este año, 1,6% en 2018) o el saldo de cuenta corriente comercial (0,6% respectivo 0,1% del PIB previsto en 2018). En comparación europea solo Islandia y Suiza se acercan a estas cifras aunque el país nórdico sufre un desajuste importante en su saldo de cuenta comercial, mientras el centroeuropeo tiene bastantes números para moverse ya en niveles de techo en cuanto a crecimiento.
Es justamente el equilibrio en los datos ofrecidos por Chequia lo que termina por convencer de manera definitiva a la comunidad inversora. La elevada capacidad en el mercado laboral hace incrementar los sueldos lo que a su vez eleva el nivel de ingreso de las familias. Al mismo tiempo se encuentran con una inflación muy controlada, estabilidad en precios y con pleno equilibrio en la balanza comercial exterior.
La clave por haber conseguido esta situación favorable se encuentra en una política económica muy acertada. Dejar de ligar la divisa nacional a un cambio fijo mínimo con el euro (sin provocar una brusca caída en el tipo de cambio) y una política presupuestaria prudente lograron cimentar el buen camino. Con un buen apretón de cinturón el déficit presupuestario empezó a reducirse a partir de 2012 cuando en 2016 ya alcanzaron superávit. Otro fenómeno es el tema de su endeudamiento cuya tasa se ha ido reduciendo desde 2013 de niveles de 45% hasta 35%. Se pronostica que de seguir así lograran reducir dicha tasa un 2% cada año.
Por otra parte, la Republica Checa también es un buen ejemplo para demostrar que el progreso tecnológico y la creación de empleo pueden ir de la mano. Desde la recuperación económica que se inició en 2014 un 42% del crecimiento económico logrado se atribuye directamente a la creación de nuevos puestos de trabajo y otro 55% se atribuye al progreso en la productividad.
Con toda esta información me he permitido investigar y analizar como el pequeño inversor podría participar en esta ola favorable que proyecta la Republica Checa. Lo cierto es que todavía hay muy pocos fondos que apuestan por este país. Dentro de la clase de fondos que invierte en Europa del Este es donde más probabilidades tenemos en encontrar exposición a empresas de dicho país. El principal problema es que muchos de aquellos fondos tienen también una apuesta fuerte por Rusia lo que es un factor adicional de riesgo en función del momento en el cual se invierte. Lo mismo para la clase de fondos ‘ex Rusia’ los cuales hoy por hoy apuestan principalmente por empresas polacas.
De los fondos analizados, la única gestora que juega algo la carta de las cotizadas checas (en uno de sus fondos) es Franklin Templeton. En todo caso estoy convencido de que otros no tardaran en incrementar su apuesta, dado las perspectivas extraordinarias que tiene el país. Es cuestión de hacerle un seguimiento a los rebalanceos en activos que pueden hacer las distintas gestoras y ahí estaremos para detectar las oportunidades y aprovechar el inicio de una nueva corriente inversora que sin duda se puede dar.
Christian Dürr es responsable de Asesoramiento Patrimonial en Ética Patrimonios EAFI